La Seca

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© FOTOGRAFIA D’ARQUITECTURA WENZEL | Josep Maria Molinos

La Seca toma el nombre de la Seca Real o Real Fábrica de Moneda de la Corona de Aragón. La palabra “seca” tiene su origen en la palabra árabe sekka, que significa “lugar donde se fabrica moneda”.

© Meritxell Inaraja Genís

La antigua Fábrica de la Moneda  de Barcelona ocupaba varios edificios entre la actual calle de la Seca y la de Flassaders del barrio de la Ribera de Barcelona y acuñó moneda de manera discontinua desde el siglo XV hasta el siglo XIX. El edificio que se ha restaurado, en la calle de Flassaders 40, formaba parte de éste conjunto y, aunque posee vestigios del siglo XVIII, las estructuras principales son del siglo XVII. Desde su origen fue objeto de múltiples transformaciones, entre las que destacan las llevadas a cabo durante el siglo XVIII, cuando se colocó el escudo de la casa real borbónica, que supuso la modificación de la fachada original, y diversas alteraciones en los niveles de forjados y cubiertas de la finca.

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Cuando cayó en desuso la fábrica el edificio fue nuevamente transformado y ocupado por viviendas en las plantas superiores. A principios del siglo XX, se cubrió el patio central exterior para crear una única nave en planta baja utilizada como almacén.

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La intervención arquitectónica de la restauración se ha basado en la compatibilidad entre la preservación histórica y patrimonial con el nuevo uso cultural que se le da al edificio.

© Meritxell Inaraja Genís

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La propuesta final incorpora todas las modificaciones realizadas a lo largo del tiempo para mostrar la diversidad y la complejidad de las intervenciones de los distintos ocupantes y usos que ha tenido el edificio, y que éstas acaben completadas por la  reciente, que quizás no última, actividad que se desarrolla en él.

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Consecuentemente, además de los principales elementos construidos, el proyecto mantiene la tipología existente, preservando la distribución de espacios de las plantas piso alrededor del patio y la única gran sala que posee en planta baja. Pero para la buena reutilización como equipamiento cultural y la adaptación a las normativas y usos actuales, se han construido dos nuevos elementos dentro del conjunto, que, sin desvirtuar en ningún caso las características formales y patrimoniales del edificio, permiten mejorar su funcionamiento.

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Se trata, por una parte, de la creación de un vacío interior en altura, que permite relacionar las tres plantas en vertical y dar al conjunto, originalmente de escala y dimensiones domésticas, una proporción más adecuada para su nuevo uso público. La celosía de cerramiento de este triple espacio proporciona una entrada de luz natural al acceso del edificio en planta baja y permite la percepción directa del espacio exterior que ocupa el núcleo central en planta primera.

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Y, por otro lado, se ha construido una nueva ala del edificio, que une los dos sectores de la  planta segunda y que permite un recorrido interior continuo y circular. Al mismo tiempo, exteriormente, cierra, sin obstaculizar completamente, las visuales del entorno desde el patio central, convirtiéndose éste en una sala de espectáculos al aire libre.

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En el espacio interior de la torre medieval, donde se ubicara el “tesoro” (espacio destinado a guardar el oro y los metales para la fabricación de la moneda), muy dañado por intervenciones posteriores pero con fuerte presencia de la historia del edificio, se ha construido la nueva escalera principal y núcleo vertebrador de la actividad.

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El resto de espacios interiores existentes se han vaciado de divisiones auxiliares y restos edificados sin importancia y se han acondicionado como espacios diáfanos de usos múltiples.

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Las estructuras murarias  y elementos patrimoniales de distintas características y períodos que se han conservado en el edificio se han restaurado manteniendo los materiales existentes y según técnicas similares a las originales. Por el contrario, las nuevas intervenciones se han construido utilizando materiales contemporáneos de uso común y de pequeñas dimensiones para facilitar los trabajos en un edifico de espacios reducidos y un barrio de mucha densidad.

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En los cerramientos de nueva fábrica del edificio se ha escogido un único material, el ladrillo cerámico macizo –clara referencia a la chimenea de la Seca construida en el siglo XIX-. De este material se aprovecha su versatilidad para ser utilizado tanto como elemento estructural o puramente constructivo como para dar un nuevo acabado plástico y formal a las partes de nueva construcción.

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El resultado pretende ser la suma harmoniosa de lo nuevo y lo viejo en un edificio donde compartirán presencia la historia y el patrimonio con la contemporaneidad de las artes escénicas.

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